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Consumo de drogas y adicción

    El Consumo de drogas es tan antiguo como la humanidad. Siempre han existido y existirán drogas asociadas a la cultura en cada contexto histórico y social. Hay múltiples razones para afirmar esto, pero quiero resaltar dos razones que me parecen que tienen mayor peso; la primera de ellas, es que todo aquello que produzca alteraciones en el estado de ánimo en las personas, tiene asegurado su uso sostenido en el tiempo; y la segunda, es que el tráfico y producción de drogas aún cuando es ilegal, es sin duda un negocio mundial muy lucrativo.
    Debido a lo anterior, me parece fundamental que como individuos aprendamos como prevenir el consumo nocivo de drogas y si ya se ha presentado la situación, sepamos qué hacer.

    Es importante tener claro que no todo el que consume drogas tiene un problema de adicción. En la cultura occidental las drogas forman parte de muchas de nuestras celebraciones, tradiciones y ritos. De modo que podemos afirmar que la mayoría de las personas consumen drogas o han consumido algún tipo de drogas.

    Antiguamente el consumo de drogas estaba más vinculado a ritos religiosos, sagrados y uso medicinales. A partir de los años 60 y 70, el consumo de drogas se empezó a desvincular de estos usos, los cuales permitían darle un lugar y un sentido y se empezó a masificar con fines fundamentalmente hedonistas. Al ocurrir esto el consumo de drogas empezó a ser un fenómeno preocupante de nuestra época. Actualmente podemos afirmar que hay una importante cantidad de generaciones de jóvenes destruidas por el consumo fundamentalmente hedonista y comercial de drogas.
    Se trata de un problema sumamente complejo de múltiples causas que toca todas las dimensiones del desarrollo humano.

    Adicto

    La palabra adicto viene del latín addictus, que quiere decir adjudicado, heredado. Hay dos acepciones que se le daba en la antigua Roma, uno de ellos relacionado con una subasta que realizaban los romanos cuando regalaban esclavos a los soldados héroes en guerras. Esos esclavos eran conocidos como addictus. La otra se refería a una persona que fuese un deudor incapaz de honrar el compromiso y que terminaba siendo un adjudicado o entregado como esclavo a su acreedor. De este modo salía de su condición de deudor, entregando su libertad como pago. Es interesante ver como en ambos casos está asociado con un estado de esclavitud.

    En nuestra cultura occidental, nos hemos distanciado mucho de nuestro mundo interno, de nuestra capacidad de imaginar y de conectarnos con nuestra alma.
    Este distanciamiento, genera en algunas personas un vacío y descuido de su mundo interno. Cuando esto ocurre se busca en determinados comportamiento (ludopatía, adicciones a emociones fuertes, sexo, videojuegos) o en algo material (adicción a drogas, comida, compras, etc.), aquello que no tenemosadentro, como por ejemplo: amor, unión, seguridad, lucidez, valentía, espiritualidad, etc.

    Al buscar afuera lo que no se tiene adentro, se corre el riesgo de desarrollar un estado de esclavitud y compulsión, hacia aquello que es el objeto de la adicción (en la drogadicción: las drogas), donde la voluntad y la toma de decisiones se anula. Este estado de esclavitud y compulsión, produce una ruptura de los vínculos afectivos y sociales importantes en la vida de la persona, con lo cual se intensifica más aún la situación adictiva.
    La vida diaria de una persona adicta, gira en torno a cómo conseguir dinero o tener acceso a la droga, para luego pasar horas consumiendo la sustancia hasta su totalidad. Muchas personas pueden permanecer un aproximado de tres días, sin comer, sin dormir, sin bañarse, sin trabajar, etc. Llegado a este punto, el drogodependiente consume y se consume, lo que en algunos casos no tiene vuelta atrás.

    Concepto de droga

    La organización Mundial de la Salud la define como “toda sustancia química y/o natural que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, puede alterar de algún modo el sistema nervioso central del individuo y es además susceptible de crear dependencia”.
    Las drogas afectan el cuerpo y sus procesos, la mente y el sistema de percepción, la conducta y los sentimientos. El principal órgano afectado es el cerebro, al punto que decimos que existe una dependencia cuando el cerebro ha cambiado significativamente.

    ¿Es la drogadicción una enfermedad?

    Esta pregunta no resulta fácil de responder, ya que todo lo relativo al ser humano no posee una única respuesta y siempre vamos a encontrar excepciones, lo cual es importante considerar cuando vamos a tratar a una persona en particular. Por otro lado, mucha gente considera que la adicción es un problema de voluntad, en el sentido de que los adictos eligieron utilizar
    drogas, y por lo tanto también deben ser capaces de dejar de usarlas teniendo fuerza de voluntad.

    Unido a lo anterior, debido a que las drogas son la mayoría de las veces ilegales y el consumidor incurre en delitos para obtenerlas, se hace más difícil ver al adicto como un enfermo y si como a un malhechor o un vicioso. Cuando se implica el aspecto volitivo, es difícil imaginar que alguien desee tener una enfermedad. Nadie se introduce en el mundo de la droga con la esperanza o la intención de hacerse adicto. De hecho la mayoría de los consumidores principiantes están convencidos de que podrán manejar y controlar las drogas.

    Los recientes estudios han demostrado que las drogas tienen la capacidad de afectar y generar modificaciones en el funcionamiento y la estructura cerebral; así como también, hay personas que tienen diferencias en el número de receptores dopaminérgicos, receptores involucrados con las conductas adictivas. Estas diferencias puede favorecer la posibilidad de desarrollar más fácilmente una adicción. En tal razón los investigadores en neurociencias consideran que la adicción es una enfermedad del cerebro. Existen unos criterios que nos permiten considerar que la adicción es una enfermedad. Veamos cuáles son:

    1. Es diagnosticable: Se presentan una serie de síntomas y signos específicos y característicos que permiten realizar un diagnóstico.

    2. Es primaria: La adicción puede ocasionar otros problemas psiquiátricos y médicos secundarios que no pueden tratarse efectivamente a menos que se limite la adicción primaria. Ejemplos: insomnio, pérdida de peso, crisis convulsivas, de ansiedad, depresión, psicosis paranoides, conducta suicida y mal rendimiento en las esferas sexual y psicosocial.

    3. Predecible y de curso progresivo: Es una enfermedad crónica, nunca remite, y si no se trata, se hace progresivamente más severa, pudiendo incluso llevar a la muerte. Quizás la característica más observable de la enfermedad adictiva sea el hecho de que continúa existiendo aunque el sujeto no realice consumos continuados.

    4. Tratable: aunque no pueda ser en realidad, curada, sus síntomas pueden eliminarse mediante la abstinencia total de todas las sustancias. Tras la abstinencia, la vulnerabilidad de un adicto a la recaída puede disminuirse mediante cambios permanentes en el estilo de vida, en la actitud y en la conducta modificada a través del tratamiento.

    Hoy en día la mayoría de los profesionales que trabajan en el área consideran la adicción a las drogas como una enfermedad multicausal o multifactorial compleja. Con factores concomitantes de tipo: biológicos, genéticos, psicológicos, familiares, sociales y espirituales.

    Fases del consumo

    No toda persona que consume drogas es adicta, pero toda persona que consume drogas corre el riesgo de serlo. Las adicción es una enfermedad progresiva, donde es posible identificar diferentes estadios o fases.

    Algunas personas que han usado drogas solo se quedan en la primera o segunda fase (uso experimental o social), mientras que otras pasan a la tercera y cuarta fase, estos últimos son los que desarrollan como tal la adicción como enfermedad. Para cada persona el proceso puede ser diferente. Un consumidor no puede saber cuándo avanza de un estadio a otro, ya que no existe un límite claro entre estas fases. No obstante, la estructuración en fases expresada a continuación puede servir como esquema para entender esta progresión.

    Fase I, consumo experimental: este tipo de uso tiende a estar motivado por la curiosidad, por la invitación y la presión social, y por el deseo de compartir una experiencia placentera y supuestamente inofensiva. Algunas personas solo se quedan en esta fase, mientras que otras pasan a la fase II y en algunos casos pasan directamente a la fase III y IV.

    Fase II, consumo social: se da inicio al uso de la sustancia en el ámbito social (colegio, amigos, fiestas, etc.). En dicho ámbito el consumo se considera “normal”, este tipo de consumo está muy ligado al alcohol, cigarrillo, cocaína inhalada y marihuana. En esta fase el consumo se da generalmente en grupo en determinadas situaciones sociales (reuniones, fiestas, conciertos, etc.). El problema con esta fase, es que si los eventos sociales son muy frecuentes o si se convierten en el principal mecanismo de defensa que usa el individuo para evadir o desconectarse de los problemas o dificultades de la vida, se corre el riesgo de pasar con mucha facilidad a la siguiente fase. Es más, hay una gran cantidad de personas que disimulan un problema con el consumo de sustancias, argumentando que solo lo hacen en eventos sociales.

    Fase III, consumo regular: en este estadio, el uso de la droga empieza a ser un hecho regular en el estilo de vida del sujeto. Es posible ser un consumidor regular y no ser un adicto, pero este es un estadio muy peligroso, porque la repetida estimulación del centro de recompensa cerebral y los cambios bioquímicos que se producen en el cerebro facilitan el paso hacia la próxima fase de uso compulsivo. Además de esto también empiezan a ocurrir cambios importantes en la vida de la persona (a nivel psicológico, social, familiar, laboral, etc.).

    Fase IV, consumo adictivo o compulsivo: en esta fase se presenta una necesidad irresistible e intensos deseos de consumir la droga, hay pérdida del control, hay un uso continuado de la droga a pesar de las consecuencias negativas y negación de que el uso de la droga sea un problema. Esta fase se da cuando están presentes síntomas físicos y tolerancia a la sustancia, se produce además una alteración severa en la vida de la persona, el consumo de la droga se convierte en una necesidad primaria.

    La personalidad adictiva

    No hay un único perfil que “garantice” que una persona se convertirá en adicta. Después de todo, hay tantas personalidades diferentes entre los adictos como entre la población en general. Sin embargo hay una serie de características que son comunes a muchas personas con adicciones y que predisponen a que una persona sea más vulnerable a desarrollar una adicción.

    A continuación presentamos algunos de los más frecuentes rasgos de personalidad de alto riesgo y una breve exploración de la forma en que cada uno de ellos hace a una persona más vulnerable a la adicción:

    Rasgo de Personalidad

    Modo en que fomenta la adicción

    Sentimientos de vergüenza

    La droga promueve sentimientos de adecuación y/o anestesia el dolor que provoca la Vergüenza.

    Perfeccionismo: autocrítica implacable

    La droga hace que la persona se sienta más perfecta o, en el caso de drogas aplacadoras, la libera de esforzarse por ser perfecta.

    Avidez de poder y control para compensar los sentimientos de impotencia y vergüenza

    La droga suministra la ilusión de tener poder y control y /o anestesia al usuario respecto de sus sentimientos de impotencia.

    Modo de pensar extremista, en blanco y negro

    Induce al adicto a reaccionar exageradamente a los acontecimientos; los estados de ánimo negativos hacen tanto más atractivo el uso de la droga

    Carencia del sentido de Sí-mismo

    La adicción suministra una seudoidentidad, aunque ésta sea negativa

    Vacío interior

    La droga es utilizada para “llenar el hueco interior”.

    Carencia de significación y propósito

    La adicción suministra algo que hacer.

    Sentimientos de culpa

    La adicción suministra un punto de referencia para la culpa.

    Dificultades para controlar la ira

    Las conductas adictivas proporcionan un terreno en el cual manifestar la ira o evadirla. En cualquiera de ambos casos, el adicto no tiene que hacerse responsable de ella

    Tensión interior

    La adicción suministra una constante actividad o bien reduce la tensión

    Temor a asumir riesgos apropiados; excesivo temor al fracaso y al rechazo

    La adicción encubre el carácter temeroso de la persona, brindándole un falso arrojo o valentía

    Necesidades de dependencia ocultas

    La droga satisface necesidades en forma pasiva y como “por arte de magia” al mismo tiempo que suministra una fachada de independencia

    Dificultad con las figuras de autoridad

    Algunas adicciones representan la lucha del individuo contra la autoridad mientras que otras (trabajo) parecen servir para ganarse la probación de ésta

    Escasa capacidad para afrontar las cosas

    La actividad adictiva congela el tiempo, acorta la vida y suministra una vía de evasión de manera que el adicto no se ve obligado a afrontar los problemas

    Expresión de deseos

    El autoengaño es un terreno fértil en el que se arraiga el mecanismo de defensa adictivo de la negación

    Características de personalidad o perfil psicológico de los adictos:

     – Impulsividad.

    – Baja tolerancia a la frustración.

    – Inmediatismo.

    – Fragilidad Yoica.

    – Baja autoestima.

    – Dificultad en la regulación de los estados emocionales; así como también en la expresión adecuada de los mismos.

    – Dificultad para planificar acciones, preveer consecuencias y aprender de las experiencias.

    – Búsqueda de emociones fuertes (adrenalina).

    – Inadecuado manejo de la ansiedad.

    – Experiencias traumáticas.

    Trastornos de personalidad o psiquiátricos (depresión, personalidad borderline, trastornos de alimentación, trastorno antisocial, trastorno bipolar, paranoia, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, trastorno antisocial, etc.). 

    Además de lo anterior hay un sistema de creencias que contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la adicción, las más comunes son:

    – “Yo debería ser perfecto”.

    – “Yo debería ser todopoderoso”.

    – “Yo debería obtener siempre lo que quiero”.

    – “La vida debería estar libre de dolor y no requerir ningún esfuerzo. 

    Familia y adicción

    Hay una serie de características que son comunes en las familias de personas con problemas de adicción; sin embargo esto no quiere decir que se tengan todas:

    Mala alianza marital: es frecuente encontrar una mala relación entre los padres. Se acusan o se recriminan y se distancian emocionalmente. Es común que la madre tienda a sobreinvolucrase con el familiar que tiene la adicción y el padre se distancia; esta distancia es producto de una confusión, donde se piensa que autoridad es igual a distancia. Detrás de este distanciamiento lo que en realidad ocurre es que hay una fragilidad y dificultad para asumir el problema, involucrarse, ejercer la autoridad y colocar límites.

    Comunicación disfuncional: son familias en las cuales las personas rara vez dicen lo que realmente quieren decir, la comunicación por lo tanto tiende a ser indirecta y estar cargada de persuasión, manipulación e intimidación. Esto se debe a que para comunicarse en forma directa y clara, uno necesita tener sentido de identidad, fijar fronteras y estar dispuesto a asumir responsabilidades.

    Violencia sorda: los sentimientos tienden a expresarse a través del enfado y la manipulación a través de la culpa “mira lo que me estás haciendo”, “me vas a matar”, “si realmente me quisieras cambiarías”, etc.

    Desconfianza e intimidación: se acostumbra a hablar de los miembros a sus espaldas, de modo que se genera un estado de desconfianza e inseguridad aunque superficialmente y en el cara a cara se traten con dulzura . Un hogar debe ser un lugar seguro y de refugio donde podamos “recobrar fuerzas” emocionalmente; pero en un clima de desconfianza, los miembros de la familia suelen estar todo el tiempo en guardia a ante la posibilidad de ser víctimas de una agresión psicológica. La persona que se ha criado en este ambiente de intimidación es la que más dificultades tiene para entablar relaciones íntimas siendo adulto, porque su extremada suspicacia lo lleva a percibir rechazos y amenazas cuando no las hay.

    Triangulación: los miembros de la familia adictiva tienden a comunicarse a través de otro, en lugar de hacerlo directamente. Esto se llama “triangulación”. Si el padre por ejemplo tiene una queja contra el hijo o la esposa, se la transmite a una de las hijas u otro miembro de la familia, sabiendo que le llegará a su hijo o esposa, pero nunca se le dice directamente a la persona con la cual se tiene el problema.

    La comunicación indirecta y triangular produce una serie de problemas entre los cuales tenemos: 1. se violentan las jerarquías necesarias en el sistema familiar que da orden y estructura, 2. se hacen alianzas (coaliciones) negativas entre los miembros, 3. se aprenden a no confiar en lo que dice la gente, 4. se desarrollan una hipersensibilidad a interpretar las señales no verbales que trasmite la gente para averiguar que está sucediendo, 5. se experimenta mucha confusión y ansiedad, 6. se sienten vulnerables a la persuasión, la manipulación y la dominación en forma constante y 7. no aprenden las pautas necesarias para comunicarse sanamente.

    Carencia de modelos para la resolución de problemas: suelen ser familias donde se niegan de forma activa y sistemática los problemas o conflictos tales como: conflictos conyugales, abuso físico, sexual, o emocional, problemas mentales, etc., tratando de mantener la imagen de una buena familia. Al hacer esto no es posible resolver los problemas porque no se está dispuesto a hablar de ellos. No se aprende a resolver conflictos, ni emprender acciones constructivas. Por lo tanto el joven se sentirá incapaz de resolver y enfrentar dificultades y encuentra en la droga la forma de negar, evadir y “solucionar” las dificultades.

    Trauma: los hijos de familias adictivas a menudo han sido sometidos a algún tipo de trauma. El trauma se define como una experiencia, o conmoción, negativa que tiene un efecto psicológico profundo y duradero. Uno de los más comunes es vivir en una familia en la que uno de los padres es adicto. El 65% de los adolescentes que consumen drogas o alcohol tienen por lo menos un progenitor adicto. Otros: enfermedades graves o muertes, la violencia física tanto hacia el niño, como, hacia otro miembro de la familia y los abusos sexuales. La droga se busca para adormecer los sentimientos asociados al trauma.

    Ausencia de alegría y diversión: hay poca alegría y espontaneidad en el sistema familiar adictivo. En muchos casos, el sistema tiene versiones forzadas de la diversión, como reuniones familiares rituales, destinadas a promover el mito de la familia feliz, o la celebración exagerada de fiestas cuyo único interés reside en beber y comer en abundancia. La verdadera diversión requiere que la gente relaje el control y se arriesgue a hacer cosas aparentemente tontas… algo que la familia adictiva evita hacer a todo trance. La recreación en estas familias, suele girar en torno a los intereses de los adultos, no de los hijos.

    Preguntas para explorar problemas con el consumo de alcohol y otras drogas:

    ¿Tu pareja, familiares o amigos se han preocupado por tu consumo de alcohol y otras drogas?

    ¿Te ocurre que bebes o consumes más alcohol u otras drogas de lo que tenías pensado?

    ¿Has perdido oportunidades de trabajo, sociales, familiares por estar usando alcohol u otras drogas?

    ¿Tienes problemas con tu pareja, familiares o amigo por tu forma de beber o el consumo de otras drogas?

    ¿Has pensado alguna vez que tienes un problema por tu forma de beber o tu uso de otras drogas?

    ¿Luego de beber o usar drogas te sientes culpable?

    ¿Gastas más dinero del que tenías pensado por el consumo?

    ¿Te has prometido que no lo vas a hacer más y luego no cumples?

    ¿Cuando usas drogas te has metido en problemas y olvidas cosas?

    ¿Has incumplido compromisos por el consumo de sustancias?

    ¿Tu rendimiento o productividad ha disminuido?

    ¿Vas a muchos eventos sociales especialmente para beber alcohol o consumir otras drogas?

    ¿Usas drogas o bebes alcohol para relajarte, desconectarte o aliviar la ansiedad?

    ¿Ha ido aumentando la cantidad de alcohol o dosis de otras drogas?

    ¿Notas cambios emocionales o físicos relacionados con el consumo?

    ¿Notas cambios en tu atención, concentración o memoria luego del consumo?

    ¿Usas alcohol u otras drogas para poder dormir o manejar estados de ansiedad?

    Mientras más respuestas afirmativas, mayor posibilidad de estar teniendo un problema de consumo de sustancias.

    Si tú o tu familia necesitan ayuda, puedes comunicarte con nosotros por correo electrónico o cualquiera de nuestras formas de contacto

    Por: Virginia Calderón, especialista en el tratamiento de personas con problemas de adicción y psicoterapeuta.

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